La batalla de Belchite ( I )
El viejo campanario –la paloma que había
huyó bajo la guerra- está desierto:
Todo es la sombra.
El monte desolado invade el patio,
el pozo seco,
el niño destrozado por la yedra.
Alguien recuerda –Antes estuve aquí,
hoy ya no vuelvo- por los muros de adoba calcinados:
¿Quién ha puesto el olivo
enfrente del olivo?
¿Quién ha dejado sangre
enfrente de la sangre?
¿Quién ha traído muerte
en contra de la muerte?
¿Quién, en fin, ha destruido al hombre
contra el hombre?
Sobre la casa yerta ya nadie se levanta.
La batalla de Belchite tuvo su segundo episodio en 1938, dentro de la primera fase de la Batalla de Aragón, con la gran ofensiva final del ejército franquista que supuso el inicio del fin definitivo de la Guerra Civil. Después de la batalla de Teruel, el ejército franquista pasó a la ofensiva para conquistar el débil frente de Aragón, enlazar con el Mediterráneo y así dejar aislado el reducto republicano de Cataluña. El avance del potente y bien equipado cuerpo de ejército sublevado, reforzado por los cuerpos marroquies y el CTV italiano, fue fulgurante, conquistando en un corto espacio de tiempo una enorme extensión de terreno.
Debido a la feroz defensa planteada en la primera batalla, la propaganda ideológica del bando sublevado adoptó Belchite como un símbolo por lo que su toma alcanzó un significado especial. La desproporción de las fuerzas fue tal, que en el transcurso de los días 9 a 11 de Marzo, las fuerzas republicanas fueron arrolladas, tomandose junto a Belchite, las poblaciones de Azuara, Almonacid y La Puebla de Albortón.
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